domingo, 12 de abril de 2009

Jugadores fascistas


Abbiati, seducido por el fascismo.
'Hago míos ciertos valores: la patria, el orden y el respeto a la religión católica'

Dicen que Christian Abbiati habla poco. Pero cuando habla, habla. El guardameta italiano, titular este curso en el Milan de Ronaldinho y Kaká, realiza toda una declaración de amor al fascismo en el último número de Sportsweek, el suplemento dominical de 'La gazzetta dello Sport'. "Soy un hombre de derechas y he votado a la derecha en las elecciones", asegura el portero, de 31 años, confeso votante del partido de extrema derecha 'La destra'. "Hago míos ciertos valores: la patria, el orden social y el respeto a la religión católica".

Abbiati, que el pasado curso jugó en el Atlético de Madrid, asegura no tener complejos en expresar sus opiniones políticas, vinculadas a la ideología proclamada por Benito Mussolini en la Italia de la primera mitad del siglo pasado (1922-1943). "Del fascismo, niego las leyes raciales, la alianza con Hitler y la entrada a la II Guerra Mundial. Pero me gusta la capacidad que tenía el fascismo que asegura la orden, garantizándoles la seguridad a los ciudadanos", concluye Abbiati.

"Y basta de considerar el fascismo como un argumento tabú", proclama. Abbiati se suma a la lista de futbolistas italianos que expresado en público su admiración por las ideas fascistas.

Abbiati no está solo.
Christian Abbiati, el portero del Milan que jugó la temporada pasada en el Atlético, ha salido del armario político. Siempre fue fascista en privado, pero ahora, tras confesar en una entrevista que, aunque rechaza "las leyes raciales y la alianza de Mussolini con Hitler", todavía comparte los ideales fascistas de "la patria, la religión católica y el orden", es ya un fascista en público. Buffon fue denunciado por la comunidad judía y Cannavaro ondeó una bandera fascista.

Abbiati es algo así como el nuevo Di Canio, aquel habilidoso extremo derecho que jugó en el Lazio y después en Inglaterra, donde sus éxitos con el pie apenas consiguieron disfrazar su cabeza exaltada. Se dice que el calcio ha sido siempre silenciosamente de derechas, como sus ultras -salvo excepciones como la del Livorno-, y en estos extraños tiempos que vive Italia, en los que incluso ministros como Ignazio La Russa se atreven a celebrar el día de la República lanzando proclamas revisionistas, la barra libre parece haberse abierto para todos. "Los futbolistas saben que, con el viento que sopla en la Italia actual, declarar esa verdad no supone ya un peligro para sus carreras", ha escrito esta semana La Repubblica.

El ejemplo de Abbiati, que además guarda una estatua de Mussolini en su casa, es especialmente curioso porque el portero es un habitual entre los líderes de Cuore Nero, sucursal neofascista de culto para los ultras del Inter, el eterno rival. ¿Qué pensarán de eso los tifosi del Milan? De momento, solamente en Zúrich, donde el equipo jugó en la Copa de la UEFA el jueves, el portero fue recibido con pancartas de protesta. Pero su caso está lejos de ser único. Hay varias figuras del calcio que han sido asociadas al fascismo.

El más conocido es Gianluigi Buffon, portero del Juventus, que fue denunciado por la comunidad judía de Roma por llevar la camiseta con el siniestro número 88 que remite al funesto Hitler. "No lo sabía", dijo, aunque luego escribió en otra camiseta el eslogan mussoliniano, Boia chi molla (A la guillotina el que se rinda) y, durante las fiestas de celebración del Mundial de 2006, se presentó con otra pancarta polémica, Fieri di essere italiani (Orgullosos de ser italianos), cruz celta incluida. Entre los fascistas por azar se encuentra el madridista Fabio Cannavaro, capitán de la selección, que hizo ondear una bandera italiana con un signo fascista. "No soy un nostálgico, pero no soy de izquierdas", jura ahora el napolitano, que en 1997 promocionó en la radio las colonias de verano Evita Peron, gestionadas por la derecha radical. Según su representante, Gaetano Fedele, fue "instrumentalizado sin saberlo". Otro portero, Matteo Sereni, salido de la muy derechista cantera del Lazio, juega hoy en el Torino y duerme con el busto de Mussolini sobre la cabecera de la cama.

En Roma, los expertos han notado un peligroso contagio entre la curva neofascista y algunas jóvenes estrellas locales. Daniele De Rossi, mediocentro y capitán cuando falta Totti, simpatiza con Forza Nuova. Su colega de puesto y selección, Alberto Aquilani, colecciona bustos del Duce y comulga con la corriente xenófoba que aqueja al país: "Los inmigrantes son un problema". Esvásticas en los estadios, episodios racistas en los partidos (seis en la última temporada) y jugadores negros insultados por los defensas los hay en muchos sitios de Europa. Pero Mario Balotelli, la espigada y potente promesa del Inter, italiano negro de origen ghanés, sabe que el fascismo fue inventado en Italia, como comprobó en un partido contra los juveniles del Ascoli. "Desde el principio hasta el final, me estuvieron diciendo: 'No hay negros italianos'. Era el eslogan de los fascistas. Me quería ir del campo", recuerda.

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